El verdadero riesgo de las empresas no es la recesión económica, sino el no invertir adecuadamente para salir de ella

«Alicia le preguntó al gato:

– ¿Podrías decirme, por favor, qué camino he de tomar para salir de aquí?
– Depende mucho del punto adonde quieras ir- contestó el Gato.
– Me da casi igual dónde- dijo Alicia.
– Entonces no importa qué camino sigas- dijo el Gato».

Del libro de Lewis Carroll, Alicia en el país de las mil maravillas.

Muchas empresas caen en el síndrome de Alicia. No es cuestión solo de invertir en tecnología. Invertir es necesario, ya que de no hacerlo, incurrimos en el riesgo de la no consecución de algún rendimiento satisfactorio en alguna/s dimensión/es empresariales en un momento dado.

Pero invertir primero implica saber lo que uno quiere y, en consecuencia, identificar las inversiones que mejoran ese rendimiento esperado.

La pregunta a hacernos es pues ¿Cómo podemos encontrar un determinado equilibrio entre el riesgo financiero de invertir y el riesgo competitivo de no hacerlo?

De hecho, durante las recesiones los managers se enfrentan a una gran dicotomía: encontrar el equilibrio entre realizar demasiadas inversiones no rentables y perder demasiadas oportunidades empresariales potencialmente competitivas.

El riesgo financiero de invertir es la no obtención de un rendimiento financiero satisfactorio pero el riesgo competitivo de no hacerlo tiene como consecuencia la pérdida de la posición competitiva de la empresa.

No se trata de obviar los dos tipos de riesgo, pues el financiero se podría eliminar no invirtiendo en absoluto y el competitivo invirtiendo de forma indiscriminada pero, las dos opciones serían catastróficas para la empresa.

Una buena inversión competitiva generalmente lleva asociada un rendimiento financiero satisfactorio.

Lo que hay que hacer es buscar un punto intermedio entre el error de llevar a cabo excesivas inversiones no rentables, y el de pasar por alto demasiadas inversiones potencialmente competitivas, y para ello, primero es necesario encontrar y tener claro a lo que aspiramos como empresa.

Si no, no invierta por invertir, o mejorar la eficiencia… mejore la eficacia… ¡Lo diferencial es la eficacia!