En uno de mis anteriores posts decía que lo más importante que podemos aprender de esta “pandemia” es que nos “recuerda” que la vida es incierta, y que, si esperamos la “certidumbre”, siempre vamos a “llegar tarde”. Liderar y dirigir como directivos/as es saber anticiparse, no  es solo gestionar.

Una Dirección General que solo se ocupe de gestionar se centra solo en el corto plazo.

La pandemia ha tenido un alto impacto en nuestra sociedad tanto a nivel humano, sanitario, económico y empresarial. Y puede que en algún momento nos haya hecho sentir víctimas de las circunstancias y pensar que no podemos hacer nada. Pero quedarnos atrapados en este marco mental es lo que impide que avancemos en la creación de una nueva realidad que mejore nuestras vidas a nivel humano, sanitario, económico y empresarial.

Afrontar una situación imprevista y compleja que nos desestabiliza es también una gran oportunidad para crecer como personas y sociedad.

Solo cuando aceptamos que lo que hay “puede cambiarse”, y alineamos nuestra “actitud” para responder adecuadamente, es cuando encontramos los recursos vitales y necesarios para cambiar y reinventarnos.

Aquellos y aquellas que ostentamos puestos de responsabilidad en una empresa, directivos/as, empresarios/as… no tenemos ninguna excusa para renunciar a ello. Y si fuere así, lo que hay que hacer es dimitir, pues ni sería justo sino perjudicial para las personas que dependen de nosotros.

Liderar y dirigir es mucho más que gestionar el negocio y ganar dinero. Es una aspiración superior que como seres humanos nos permite cambiar el mundo.

Preocuparse por las ventas y el beneficio es necesario, pero cómo he dicho muchas veces las ventas y el beneficio son la consecuencia de un modelo empresarial que aporta valor a la sociedad, y esta sociedad lo reconoce y lo recompensa.

Obsesionarse con las ventas y el beneficio sin tener la capacidad de reflexionar, adaptarse y reinventarse, no solo es paranoico, sino enfermizo.

Un verdadero Líder empresarial no solo se ocupa de crecer el mismo, sino también de que lo haga su equipo. Delegando responsabilidades para enfocarse en lo que realmente es “su máxima responsabilidad”, alinear la organización para que siga aportando valor.

La preocupación y nerviosismo sin ocuparse de lo anterior no son sino síntomas de nuestra incapacidad como directivos/as. Y obviamente, puede sucedernos alguna vez, pero seguir engañándonos y negar nuestra realidad, nos incapacita para ejercer nuestra responsabilidad con eficacia y eficiencia.

Porque la preocupación y nerviosismo son transmisores del miedo, del no podemos hacer nada, el entorno es muy complejo, de que todo el mundo está así, etc. Y esto, no es cierto. Es la miopía que tenemos algunos/as de no saber leer el interesante momento que vivimos como sociedad.

El mundo no avanza con “preocupados y miedosos”. El mundo avanza cuando hay personas en cualquier nivel, ya sea directivo, mandos intermedios, empleados/as, etc. que asumen este reto. Superarse a sí mismos para poder ayudar al resto. ¡ESTE ES EL RETO!.

Y si no te motiva, acéptalo, es legítimo, pero no coartes las aspiraciones de los demás, su ilusión y condiciones que las vidas de los demás queden supeditadas a la tuya porque estás preocupado y/o tienes miedo.

La diferencia entre el poder y la autoridad como decía Juan Antonio Pérez López del IESE @iesebschool iese.edu, está en que la autoridad normalmente no necesita del poder para cambiar las cosas.

Decía Steve Jobs que:

«La innovación no tiene nada que ver con cuantos dólares has invertido en I+D. Cuando Apple apareció con el Mac, IBM gastaba al menos 100 veces más en I+D. No es un tema de cantidades, sino de la gente que posees, cómo les guías y cuánto obtienes».

Para terminar, si tu no respetas tus ideales y aspiraciones acabarás formando parte de los de otros. 

Si eres de los que está convencido que esto debe ser así, por favor, haz un Like. Te lo agradeceré.

Saludos,

Josep Pey