En el diseño de sistemas de compensación y gestión del talento, es esencial recordar que el objetivo principal no es cambiar la naturaleza de las personas inadecuadas, sino que las personas adecuadas se consoliden en la organización.

Un buen sistema de compensación no debe pretender nunca convertir a los «perezosos» en empleados comprometidos; en cambio, debe crear un entorno lo suficientemente interesante donde las personas comprometidas puedan prosperar y, los «perezosos», terminen eligiendo marcharse.

Este enfoque no es un acto de crueldad, sino de justicia y rigor organizacional. El verdadero Liderazgo asume la responsabilidad y no se desentiende.

En una sociedad con una cada vez más creciente sensibilidad social, es crucial distinguir el rigor de la inhumanidad.

La inhumanidad, muchas veces, viene disfrazada de decisiones que priorizan el dinero, lo material por encima de los valores y las personas. El rigor, en cambio, es la exigencia de cumplir con unos criterios claros previamente definidos.

Ser riguroso es garantizar que el esfuerzo y el compromiso de unos, no se vea socavado por la negligencia de otros. Esto también es Liderazgo.

La mayor crueldad que una empresa, directivo, empresario, político puede cometer es permitir que la falta de compromiso de unos pocos ponga en riesgo la viabilidad y el futuro de quienes sí están comprometidos. Esto no solo desmotiva a los mejores talentos, sino que pone en peligro la sostenibilidad de la organización.

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Por eso, cuando tengamos dudas en un proceso de contratación, es mejor no contratar. Y cuando sabemos que un cambio es necesario, (porque lo sabemos), debemos actuar con determinación antes de que sea demasiado tarde. Además, destinemos siempre a las mejores personas a lo que realmente importa: los proyectos estratégicos, las decisiones clave y la creación de valor, etc.

El verdadero liderazgo radica en establecer entornos donde el Compromiso sea valorado, el Rigor sea un principio rector, y la Justicia sea el pilar de todas las decisiones. Es la única forma de construir organizaciones sólidas, humanas y sostenibles.

Los países fuertes y perdurables se construyen sobre estos pilares. ¡Razónelo! ¿Puede ser de otra manera?

Jugar a obtener el rendimiento a corto plazo sin estos valores, hipoteca el futuro de las nuevas generaciones y del País.

Tanto en las empresas como en el País, hoy nos jugamos no solo el presente, sino también el futuro.

No hay mejor manera de asegurar el futuro que asegurando el presente.

Una empresa no puede prosperar más allá del talento que tiene…